Algunos tienen la tendencia de pensar en el matrimonio como una forma de encontrar servicio a si mismo. Esperan de su conyugue todo aquello que quieren, necesitan y demandan. En verdad, son pocos los que piensan en agradar, servir y dar al otro lo mejor de ellos.
Las esposas preguntan: ¿mi amor, tu me amas? ¡Por favor, dime que me amas! Por otro parte, el marido vive esperando el reconocimiento de la esposa y casi nunca lo encuentra, a menos que lo pida. Siempre estamos mendigando algo que debiera ser lo normal en una relación.
Esto ocurre debido a que estamos tan centrados en si mismo, que es dificil pensar en el otro. La sociedad de hoy alimenta y promueve tanto la vida centrado en el yo, que hasta los matrimonios se ven afectados por la conducta egoista, a veces de ambos, o de alguno en particular. Lo lamentable es que también nuestros hijos son influenciados por esa manera de vivir, lo cual terminará también afectando sus relaciones.
No podemos ir al matrimonio pensando solo en satisfacer nuestros deseos e intereses. Es necesario ir penseando en servir y ser la ayuda adecuada de nuestra pareja. Esa es, sin duda alguna, una de las tareas más importantes que puede darse dentro del matrimonio. La vida matrimonial cobra su verdadero propósito cuando reconocemos que nos unimos para servir al otro y no solo para ser servidos. Este es el gran secreto de los matrimonios que han tenido éxito y que han sido felices.
Todo esto se trata de que debemos tener en cuenta los intereses, amhelos y necesidades del otro por encima de los mios. En la relación matrimonial necesitamos aprender que se trata del otro, y de nosotros; y no tan solo de mí.
Es nuestro corazón siempre debe estar la intención y el deseo agradar y edificar la vida del otro. Haciendo esto se puede transformar la relación de forma radical.
Sin embargo, el mayor obstáculo a enfrentar para conseguir servir a nuetro cónyugue, es el egocentrismo que se anida en el corazón humano. Eete es un virus que carcome y arruina, y es siempre un enemigo en la sombra en todo matrimonio.
Este germen se manifiesta de diferentes maneras: impaciencia, irritabilidad, envidia, trato indiferente, ausencia de compasión, rencor, y el llevar una lista de ofensas.
Uno de los mayores problemas del egocentrismo es que es dificil de ser reconocido por aquellos que lo poseen y por eso es dificil de tratar y corregir.
Pero, como tu deseo es ser feliz en tu matrimonio, es necesario que decidas luchar y desalojar este aspecto de tu vida. Si así lo haces, comenzarás una nueva etapa en tu vida y en tu matrimonio que será de gran bendición.
Decide amar en verdad a tu cónyugue. El amar nos quita del centro a nosotros mismos y coloca allí al otro.
Deja de pensar que el mundo gira a tu alrededor, tu eres tan solo parte de él. Tu eres parte de de un matrimonio, de un equipo, y los demás son tan importantes y necesarios como tu.
Termino Recordando las las palabras de Jesucristo: “Es mas feliz o dichoso, aquel que da que el que solo recibe”Cuando aprendes a dar, a servir a tu pareja, y a tu familia, entonces comenzarás a experimentar la verdadera felicidad de vivir juntos, de ser un matrimonio, pero sobre todo, de “ser una familia”
Pastor Eliezer J. Pérez