Los matrimonio enfrentan serios peligros que amenazan su felicidad y permanencia en el tiempo. Estos peligros se incrementan cada día, y tienen diferentes maneras de abordar a las parejas. Esta semana deseo compartir algunos de ellos, con el propósito de evitar que debiliten y destruyan la felicidad de los cónyuges. Te presento los primeros cuatro peligros.
Un amor superficial. Las parejas normalmente se casan enamoradas y durante los primeros meses, ese enamoramiento constituye el sustento de la relación. Sin embargo, si se quiere perpetuar el matrimonio, hay que ir más allá de esto. Mientras el enamoramiento es sentimental y voluble el amor es una decisión, un compromiso que escala por encima de lo emocional para perpetuarse sobre la roca del verdadero amor. Amar es querer el bien de la otra persona; es hacer todo lo posible para que sea feliz, olvidándose de uno mismo y dándose de manera incondicional.
Un concepto equivocado de libertad. Hay personas que pretenden casarse y seguir viviendo su vida de soltero de forma independiente, sin tomar en cuenta a su pareja. Una cosa es la libertad y otra la independencia. El ser humano esta hecho para ser libre, y de esa manera, expresar sus pensamientos, tomar decisiones y hacer lo que más le guste, usando su libertad. La independencia supone desvinculación, o sea, falta de comunión y sentido de grupo. Si queremos evitar esto, tenemos que fortalecer la libertad en la relación y disminuir la independencia debido a que esta es egoísta e individualista.
Un desconocimiento del género. Esto significa que no conocemos la manera en que cada género, masculino y femenino, funcionan y responden ante diferentes situaciones. Los hombres pretenden que las mujeres se comporten como hombres, y las mujeres pretenden que los hombres se comporten como mujeres, trayendo esto confusión y desacuerdo en la pareja. El hombre no puede medir o interpretar lo que hace o dice la mujer de acuerdo a sus esquemas, y viceversa. Hay que ponerse en el lugar del otro, conocerle y conocer sus características propias y de esa manera lograr un mayor y mejor entendimiento.
Una sexualidad inadecuada. Hoy, la sexualidad se vive de manera muy superficial. Solo se piensa en ella como una forma de satisfacer una necesidad física y no como una expresión de amor y entrega entre una pareja comprometida. La sexualidad en el matrimonio tiene que enfocarse más en lo afectivo y lo espiritual. Cuando descuidamos estos dos aspectos de la intimidad, se corre el peligro de caer en lo común y rutinario que termina matando la pasión la ilusión y el encanto que este acto conlleva en si mismo, convirtiéndolo en algo meramente animal.
¿Qué hacer para evitar caer en estos peligros? Ser fiel a la relación, mostrar aprecio y respeto a la pareja, y abonar cada día el amor, con pequeños detalles. También, ser comprensivos, saber perdonar y pedir perdón, ser agradecidos, y por último,