“Dime con quien andas, y te diré quien eres”… “El que anda con cojo termina cojeando”… “Las malas compañías corrompen las buenas costumbres” Estos son dichos utilizados por nuestros mayores a la hora de advertir a los más jóvenes del peligro que representa el tener amistades inadecuadas. Hay gran sabiduría en estas palabras, pues encarnan lo que generalmente pasa cuando nuestros hijos se esconden tras una amistad que los envuelve y cambia.
Debemos aclarar que esto se cumple en la niñez o en cualquier edad. Pero es en la adolescencia cuando se deben prender las alarmas al respecto, ya que debido a la necesidad que tienen de pertenecer a un grupo se vuelven mas sensibles en sus relaciones, por el miedo a ser rechazados. La cuestión está en que cuando buscan amistades, buscan identificación y es difícil que vayan tras alguien que no tenga un parecido común; esto produce con el tiempo que las semejanzas se afiancen cada vez mas.
De manera especial, es en la adolescencia cuando se enfrentan problemas de personalidad; buscando en quien confiar y sin tener quien ponga limites a los deseos, pensamientos, acciones, y disfrute de la libertad que brinda la similitud para hacer aquello, que por cuenta propia no se haría.
¿Cómo podemos determinar una buena relación de amistad?
- Es aquella que no anula la personalidad de alguna de las partes (podemos ser diferentes), su influencia contribuye en vez de desmejorar.
- Se basa en el respeto mutuo. Contribuye al crecimiento integral del individuo.
¿Cómo fijaríamos entonces una mala relación de amistad?
- Es aquella que anula valores para instalar otros diferentes y perjudiciales.
- Es la que avasalla sin respeto y que crea dependencia de pensamiento, actitudes y que domina.
¿Cómo advertir cuándo se esta dando una mala amistad con nuestros hijos?
- Cuando empezamos a notar cambios de conducta, calificaciones y comportamiento en general muy pronunciados hacia lo malo.
- Cuando los maestros o profesores se quejan de los cambios de conducta y del rendimiento de tu hijo.
- Cuando su trato con amigos, familiares y vecinos, cambia drásticamente.
- Cuando no desea estar en familia o en actividades familiares.
- Cuando pierde el interés por aquello que antes le atraía.
- Cuando muestra una dependencia inusual y marcada en un amigo que lo domina y al que engrandece ciegamente.
- Cuando guarda en secreto lo que hace con ese amigo por temor a reprimendas.
- Cuando tiende a aislarse y solo buscar la compañía de ellos.
- Cuando presenta cambios en su forma de vestir, peinarse o hablar.
Que podemos hacer al respecto?
- No pierda el tiempo, actúe con rapidez al observar los primeros síntomas de que algo esta pasando.
- Si no sabe que hacer, busque ayuda especializada que le oriente al respecto.
- Antes de que se presente el problema y mucho mas aun cuando se presente, fortalezca los lazos de la comunicación con el niño o el adolescente, dándose tiempos para salir juntos y hablar sobre sus preocupaciones o experiencias en el colegio o entre sus amistades y aun entre la misma familia. Hágale Preguntas de manera empática y mantenga siempre abierto el canal de la comunicación entre ustedes.
- Ayúdale a pensar acerca de sus malas amistades, sin atacarlo personalmente. Recuerda que los adolescentes son muy perceptivos y si descubren un ataque hacia ellos o al amigo se replegaran y se volverán un monstruo difícil de vencer.
- Trate de conocer de cerca a sus amigos e invítelos a casa. Observe que tipo de relación tienen. Converse con ellos y trate de conocer sus inclinaciones antes de que se presente algún problema. Descubra lo que le atrae de estos amigos. De ser posible, establezca una amistad con ellos, tal vez usted resulte siendo la persona de su confianza que influya positivamente en su vida, y en la de su hijo.
- Averigüe si es un grupo o una persona e investigue sus ideas, andanzas, ideales etc.
- Háblele sin gritos ni posiciones rígidas. Hágalo de manera calmada pero con firmeza. Manifiéstele las razones de su preocupación respecto a esas amistades o amistad. Recuerde: el adolescente necesitas argumentos convincentes que le hagan reflexionar al respecto.
- Si es necesario, tome precauciones extremas y cámbiale de colegio o de barrio o ciudad para evitar el contacto diario con esta persona.
- No descuide su autoestima. Es probable que tenga problemas en este aspecto y tenga que tomar medidas para reforzarla y hacerle sentir seguro de si mismo.
- Busque la ayuda de otros adultos que tengan influencia sobre su hijo. úselos como aliados silenciosos. En la adolescencia, los padres no figuran entre los mas apetecidos por los hijos, y por ello, deja que tenga sus secretos con ese adulto en quien él y tu confían.
Por último, Siempre haz sentir a tu hijo que le amas, y deseas lo mejor para él. Muéstrale con gestos, palabras y expresiones físicas de cariño, que él es lo más importante para ti. Que Dios te ayude y bendiga a tu hijo.
Educadora, Ana M. Vargas