Vivimos en una sociedad donde cada día se nos anima a centrarnos en nosotros y en lo que podemos lograr. Es un sociedad hedonista, donde primero soy yo, segundo yo y tercero yo. No hay espacio en la vida para nadie más. Se vive atizando el egoísmo a tal grado que poco importa la pareja, los hijos y la familia en general. La Biblia dice al respecto: “Porque habrá hombres amadores de sí mismos, avaros, vanagloriosos, soberbios…” Eso es lo que estamos viviendo.
¿Cómo podemos vencer esta tendencia en nuestra relación y lograr compenetrarnos y ser un equipo que se une pensando en la victoria de todos y no la de uno en particular?.
Para disfrutar de una sana relación necesitas “Anteponer las necesidades de tu pareja a las tuyas”. ¿Que quiero decir con esto?.
Cuando unes tu corazón y tu vida con otra persona, es necesario entender que ya no se trata de ti sino de ambos. La otra persona debe tomar el protagonismo en tu vida para hacer de él o de ella lo más importante para ti.
Eso implica dejar viejos hábitos, preferencias y gustos para dar lugar a esa otra persona que ahora forma parte de tu vida. Hay algunos que después de casados pretenden seguir viviendo su vida de soltero, sin tomar en cuenta al otro y sin involucrarlo en su vida. Piensan que nadie tiene derecho a inmiscuirse en sus asuntos personales. Si usted piensa de esa manera, mejor no se case,o lamento informarle que no debió haberse casado.
Yo se, por experiencia personal, que esto no es fácil al principio del matrimonio, ya que todos vamos pensando en recibir del otro y poco en dar. Somos por naturaleza egoístas y esto genera aprensiones.
Un elemento que debes tomar muy en cuenta es que el privarte de algo por amor a tu pareja trae consigo gran contentamiento en lo profundo de tu corazón. Ya que estás procurando con esa actitud o conducta la felicidad del otro por encima de la tuya. Déjame recordarte las palabras de Jesús en la Biblia: “Hay más dicha en dar que en recibir” La felicidad se produce en el matrimonio cuando ambos deponen sus intereses particulares para darle paso al otro.
La verdadera felicidad no se encuentra solo en la búsqueda de la satisfacción personal, sino también cuando vivimos en función de hacer feliz al otro. Para lograr esto es necesario que pienses en las necesidades personales de tu pareja, en sus gustos y sus sueños para apoyarle a lograr sus más preciados anhelos.
También necesitas invertir tiempo; prestarle oído cuando hable y brindarle siempre, lo más que puedas, amor, ya que este hace una gran diferencia. Recuerda que un gesto de amabilidad o desinterés, con el tiempo puede generar una cosecha tan abundante que hará tu convivencia una experiencia cada día más agradable y satisfactoria.
Pastor, Eliezer Pérez.