Cuan frecuentemente nos sentimos frustrados al observar a nuestros hijos no poder seguir nuestras instrucciones, mientras vamos detrás de ellos, haciendo las cosas que pretendemos que ellos hagan. Resulta una labor tediosa y cuesta arriba, que nos desgasta y hace que perdamos los estribos con demasiada regularidad. No es esto lo que queremos que pase; Sin embargo, que podemos hacer para que ellos hagan lo que les estamos diciendo y entiendan la importancia de dicha labor?
Resulta indispensable en la familia que demos instrucciones de qué hacer, cómo y cuándo hacerlas, para que la vida familiar sea mas llevadera para todos. Cuando damos instrucciones, le estamos dando forma o estructura a una situación para que los involucrados sepan que hacer (limpiar la casa, ordenar el cuarto, fregar los platos, etc); con ellas, movilizamos la maquinaria familiar con el único objetivo de alcanzar juntos una meta trazada.
Sin embargo, ante dichas instrucciones en la mayoría de los casos, no podemos evitar que haya resistencia de parte de los hijos y desgaste emocional del instructor. De no tomar medidas, se corre el riesgo de entrar en un ciclo en donde el hijo se resiste con mayor vehemencia, en tanto que el padre se impacienta perdiendo el control. Esta es la rutina que muchas familias desarrollan y que no contribuyen a la paz familiar, ya que solo logra mantener una batalla por el control constante.
Para ello, es importante desarrollar una rutina de instrucciones que pueda ayudar a los padres a conocer las causas de dicha resistencia infantil. Dar las directrices de forma pausada evita la frustración de ambos lados. Además, con ello estaremos formando el carácter del niño y enseñandole a ser responsable sin necesidad de la supervisión parental. Para ser más efectivos a la hora de dar instrucciones, tome en cuenta estos pasos:
1. Para dar las instrucciones, no lo haga desde donde usted este, ni permita que él le responda mientras este haciendo alguna otra cosa. Acérquese a su hijo y enséñele a recibirlas cara a cara, quitando los obstáculos para una buena comunicación entre ustedes ( apagar el televisor, cerrar la computadora, dejar el juego, etc). Su meta como padre, deberá ser que aprenda a acercarse a usted al momento de ser llamado. Intente enseñarle dicha rutina en un lugar seguro y sin presiones (no en el super mercado o durante una visita ). Durante dicha actividad de enseñanza, trate de que en ocasiones no sea para recibir instrucciones, sino simplemente para darle un incentivo como un abrazo, un regalo, etc. O simplemente, haga un puente de amistad y preocupación genuina por él, antes de solicitarle hacer algo.
2. Para dar las instrucciones, busque el momento apropiado para hacerlo. Siempre hay que tener presente, que debe dar mayor importancia a su relación padre-hijo antes que al simple hecho de dar instrucciones. Buscar el momento apropiado, es evaluar si es oportuno. Decirle lo que debe hacer, mientras llega cansado del colegio o esperar cuando este descansado y pueda tener una conversación con usted en un momento apartado por ambos. Recuerde que será diferente de acuerdo a la edad de su hijo. Los adolescentes requieren prepararse, en tanto que el niño pequeño necesita aprender a obedecer (no se les debe dar mucho tiempo para responder y necesitan menos avisos).
3. Al dar las instrucciones, debe esperar una respuesta positiva de su hijo en forma amable. “sí, mamá “ o “sí, papá”. Esto le hará saber a usted que atendió a lo que usted le dijo. Le permitirá observar si la actitud hacia la instrucción es la apropiada.
4. Al dar las instrucciones, espere a que cumpla la tarea asignada. Si le cuesta al niño concentrarse en la tarea, espere y supervise que lo haga.
5. Al dar las instrucciones, espere a que el se reporte para inspeccionar lo que hizo y felicitarlo. Es muy importante este paso, ya que da la sensación del trabajo terminado y quita el desaliento de lo que no se termina. Además, cuando usted le dice: “ ahora puedes ver televisión o ir a jugar”, le recompensa por su buena actitud a lo encomendado.
No será una tarea fácil y rápida, pero recuerde que su labor como padre, no es fácil nunca y requiere de persistencia y planificación para obtener mejores resultados.
Educadora, Ana M. Vargas