Estando con mi pequeño nietecito de cinco (5) años en un hotel, observé que alguien de una habitación contigua le daba los buenos días, a lo que respondió tímidamente, debido a la duda por no saber si era correcto o no responder. Rápidamente le dije que no se preocupara, que siempre debía ser educado, aunque esto no signifique dejar de ser cuidadoso en conversar con desconocidos. El anciano y su esposa, estaban maravillados por la conducta del pequeño. Para ellos, mi nietecito, era una especie en extinción.
Alguna vez se ha encontrado preguntándose a sí mismo, ¿qué ha pasado con los niños de hoy en día que parecen “seres semi-salvajes” que van por la vida sin saberse relacionar positiva, respetuosa y cálidamente con una sociedad que a su vez, se aleja más y más de los buenos modales y las buenas costumbres por el simple hecho de resguardar la seguridad física? Sacrificamos a la gallina para sacar los huevos.
¿No le preocupa? a mí sí, y mucho. Hágalo por prueba, vea a los niños cuando entran a un lugar y observe como los buenos días, las gracias, las disculpas, los permisos etc., son los ausentes del momento. Y como la descortesía son resaltantes en su conducta.
Es cierto que los peligros aumentan cada día, y por ello, debemos educar al respecto a nuestros hijos. Pero esto no debe, en ningún momento, ser un motivo para ignorar o dejar de lado, la enseñanza de los buenos modales. En mi posterior articulo trataremos mas sobre como no sacrificar una por la otra.
Educar no es simplemente inculcar conocimientos. Existe una educación que solo se da en casa y es responsabilidad de los padres, y esta tiene que ver con los buenos modales. Para ello, resulta necesario tomar en cuenta ciertas reglas muy básicas pero importantes que observar:
- Comportarse educadamente, no significa permitir un acercamiento que pueda traspasar los linderos de la confianza. Enseñe a su niño la belleza de ser cortés en su comportamiento a través de las palabras y el respeto, pero a la vez, enséñele las señales de advertencia de un peligro inminente hacia su seguridad física.
- Sea usted para el un buen ejemplo a seguir. Salude al entrar a un lugar con una sonrisa, de las gracias, pida permiso y haga que el niño haga lo mismo aun con los suyos y en su casa. No olvide tratarlo a él con la misma cortesía. Niéguese a darle las cosas que pide si no hay un “por favor” y después un “gracias”. Corríjale y recuérdele, al momento, cuando lo olvide.
- Estimule su buen comportamiento con palabras de aprobación.
- Enséñele a pedir permiso al abrir una puerta privada, al querer participar de una conversación que no es con él, al necesitar hablar con usted, cuando esta en conversación, con otros, etc. Haga los mismo con el.
- Cuando usted se equivoque, pídale perdón para que pueda aprender que todos pueden errar, el reconocer su falta le dignifica y no le humilla.
- No olvide enseñarle el respeto a los que son mayores y como dirigirse a ellos, aunque algunos lo traten descortésmente a el.
- Enséñele a no ser violento con sus gestos, palabras y acciones, haciéndole percibir que recibirá lo mismo que dé también a otros.
- Enséñele el valor de ser responsable en todo momento, respetando así el tiempo, esfuerzo y confianza de los otros.
- Comparta con él la bendición de ser solidario con todos y compartir lo que tiene con alegría.
- En todo momento, su enseñanza debe ser hecha con amor y cortésmente para evitar darle un doble mensaje o que sea contradictorio.
¿No le parece genial hacer la diferencia con sus hijos? Si así lo hace, podrá disfrutar de un sano orgullo paterno y contribuirá a hacer de este mundo, un lugar mejor.
Ana M. Vargas.